lunes, 22 de noviembre de 2010

Biografía: Roque Raúl Ochuza


A sus 78 años y habiendo vivido prácticamente toda su vida, Raúl Ochuza, mi abuelo, esta dispuesto a contar y compartir su historia.

El 14 de agosto del año 1932, en la provincia de Córdoba, nacía Raúl Ochuza en el hospital San Roque. Bajo el cuidado de su madre, Valentina Monjes y de su padre, de descendencia italiana, Domingo Ochuza, vivió los primeros años de su vida en la ciudad capital de la provincia donde nació. No pasó mucho tiempo solo, ya que dos años más tarde, recibió la noticia del nacimiento de sus hermanas, quienes resultaron ser mellizas. Sara y Lorenza fueron una alegría para la familia y esta decidió abandonar la ciudad y dirigirse a Quilino, un pueblo de Córdoba, en el que encontrarían la paz suficiente para vivir tranquilos y criar a sus hijos.

Allí en Quilino, Raúl asistió a la escuela General Manuel Belgrano, mientras sus padres eran propietarios de grandes extensiones de tierras. Siempre se caracterizó por ser un adolescente activo y sano. Realizaba todo tipo de actividades deportivas sin dejar de lado el estudio, que era algo en lo que se dedicaba mucho ya que su papá siempre lo motivó dándole consejos acerca de lo importante que es la educación. Cuando quería divertirse las opciones no eran variadas, pero lograban encontrar un lugar en el cual pasar una noche agradable con sus amigos y bailar las canciones de la época. Con sus hermanas tenía una muy buena relación porque las edades no eran muy diferentes, pero nunca faltaron las peleas en donde alguien salía con un golpe.

Las cosas seguían un curso equilibrado, hasta que un día, cuando él tenía 13 años, tuvo un accidente que le cambió la vida para siempre. Había salido a manejar, ya que en el pueblo casi nunca pasaba un auto, todo iba bien hasta que perdió el control del auto y chocó. Fue llevado de urgencia al hospital y allí le dijeron que había perdido una parte de la pierna y por lo tanto debían realizar una operación, la cual le dejó secuelas de por vida.

El primer momento de dolor lo pudo superar con valentía y logró lidiar con una pierna un poco más corta que la otra durante lo que restaba de su adolescencia, y también de su vida. A la edad de 18 más problemas no tardaron en llegar, se produjo la muerte de su madre con 40 años de edad.

Debido a la necesidad de su familia, Raúl no pudo seguir una carrera universitaria y debió iniciarse como cadete en la Municipalidad. A los 24 años realizó un viaje por trabajo y no se imaginó que conocería a su futura esposa, quien había vivido en Quilino, sin haberlo conocido hasta esa fecha. No pasó mucho tiempo para que a la edad de 26 se casaran y un año más tarde tuvieran su primera y única hija.

Criaron a su hija con mucha delicadeza y acierto, y en pocos años ella ya se había convertido en mujer. Cuando Raúl alcanzó los 60, se jubiló con su último trabajo en el ferroviario del pueblo. A partir de allí mantuvo una vida tranquila junto a su esposa, en el pueblo en el que llevó a cabo su vida. Su hija se casó y decidió mudarse a Tucumán. En este lugar nacieron sus dos nietos, los cuales le brindaron una enorme alegría y entusiasmo.

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